El Barcelona no vive un momento fácil. Quizás, los culés en materia económica y deportiva atraviesan por una de las etapas más complejas en su historia. Problemas monetarios, fichajes exuberantes como el de Coutinho y Griezmann que no rindieron, operaciones financieras que no se entienden y demás elementos ocasionaron la moción de censura en contra de la pasada junta directiva encabezada por Josep María Bartomeu, quien ahora se enfrenta a un juicio por el estallido del Barcagate.
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En ese momento llega Joan Laporta como el nuevo presidente del Barcelona. Sus tareas, más allá de lo deportivas, tienen un foco de atención que es indudablemente la renovación de Lionel Messi. El argentino cuenta con contrato hasta el 2021 pero no ha decidido si continuará en las filas del conjunto blaugrana o buscará un cambio de aires, varios clubes como el Manchester City lo quieren.
Laporta pone en vilo su presidencia en el Barcelona
Laporta se topó con el Barca como su salvador y no es para menos. Durante su primera etapa como presidente culé alzó dos Champions y regresó a los blaugranas a lo más alto del viejo continente tras varios años de ausencia en finales de torneos internacionales. Hoy, la realidad es diferente y los blaugranas deben ir paso a paso.


Nadie duda de las buenas intenciones de Laporta, sin embargo, para que todos sus ideales se lleven a cabo el presidente debe presentarle a LaLiga una frenética suma de 125 millones de euros. El mandatario cuenta con plazo hasta mañana y por el momento si las cosas siguen así el Barcelona se vería obligado a convocar nuevas elecciones.
🎥 Barça 4, Huesca 1
— FC Barcelona (@FCBarcelona) March 16, 2021
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Esto significaría un golpe durísimo tanto como para los jugadores como para todo el entorno culé pues al menos Laporta tiene una estructura de proyecto clara y podría darle esperanza a los blaugranas tras un par de años tortuosos llenos de eliminaciones y derrotas dolorosas en la Champions League, como las de Anfield y Lisboa.
Laporta intentó pedir el préstamo a un banco, sin embargo, la entidad decidió no dárselo porque su patrimonio no llega a la cifra de los 150 millones. En consecuencia, el mandatario intenta reunir el dinero faltante con los socios o se presentará un nuevo problema histórico en el Barcelona.